lunes, 5 de febrero de 2018

Más allá del hombre natural


 # 1. 


MADRID Mayo 2000 | 24.11.2016 | 05.02.2018






No hay nada más eficaz en una estructura si está presente en ella todas las partes que la componen. Igualmente, ninguna parte se basta asimismo si no se interrelacionan entre sí. En consecuencia, encontramos aquí el principio de razón suficiente que explica una estructura lógica y que podemos inferir como consecuencia lógica que se establece una estructura integrada y coherente.

Así pues, tomando como base estos principios lógicos de correspondencia, de relación y de vínculo, nos puede servir para entender y explicar la realidad, diciendo que es posible tomar como base la relación que existe entre Doctrina y Sistema y que expresa contenido y fundamento de ser tomado en cuenta como una realidad ideal satisfactoria y preferida.


Una relación intrínseca entre el Hombre y la Doctrina

A partir del conocimiento de los textos sagrados y filosóficos de las Doctrinas, claramente podemos observar la presencia constante de principios, valores y moral, que se dirigen y son determinantes en la vida del ser humano.

Si bien es cierto que entre las diferentes Doctrinas se pueden hallar diferencias fundamentales, por ejemplo, en cuanto a razón como el marxismo o en cuanto a fe en las Doctrinas sagradas, no obstante, todas ellas buscan una relación intrínseca en la vida del ser humano.


Pero el bien-estar del Hombre está fuera de la Doctrina

No podemos ignorar ni ocultar que el Hombre camina en dirección contraria a la Doctrina. El Hombre es contrario a esa relación intrínseca, en tanto que se aparta de ella, y no la reconoce como parte de su ser.

El Hombre lo que busca es su bien-estar consigo mismo.   Y para ello construye sobre sí mismo sus pensamientos, sus actos y sus sentimientos en torno a sus intereses. El mundo que crea lo acondiciona de tal manera que no existan excepciones, condenas, ni que lleguen a invalidarle de todo aquello que provenga de las corrientes en especial del culturalismos. Una corriente  que manipula y domina a la sociedad y que es propio de las ideas de los neoliberales, y del humanismo, aquél asociado al libre albedrío, a la tolerancia, que no discierne lo bueno de lo malo, del bien y del mal, como por ejemplo el derecho a la libertad sexual, en cuanto a su orientación sexual, tendencia sexual o inclinación sexual, referidos a la heterosexualidad, homosexualidad y la bisexualidad, que por igual deben ser «reconocidos, promovidos, respetados y defendidos por todas las sociedades con todos sus medios.» (Declaración de los Derechos Sexuales), o del humanismo secular. Corrientes que rechazan las afirmaciones del humanismo ético, que están presentes como pensamiento y como textos en las Doctrinas, ejemplo la Doctrina cristianas, veamos:

«Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.»  Colosenses 2:7


¿Qué buscan las Doctrinas en el Hombre?

Lo que buscan las Doctrinas es transformar al Hombre de su estado natural hacia un estado ideal; hacia un ser trascendente y/o inmanente; hacia la posesión de una conciencia superior o desconocida, hacia su pleno entendimiento; y que sea capaz de descubrir los secretos de su Doctrina.


Una forma de entender el significado de las Doctrinas

Una forma de entender el significado de las Doctrinas como parte de su relación y vínculo con el Hombre lo constituye, entre ellas, la Doctrina Cristiana. Perfectamente así se concibe si tomamos de ella los textos sagrados y filosóficos de la Biblia, por ejemplo, Miqueas 6:8, cuando dice: «Hacer justicia y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios», y conforme lo señala Mateo 23:23: «Y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe».

Indiquemos que la palabra justicia, misericordia y fe aparece en la Biblia en una posición superior, de mayor importancia, a las propias leyes, decretos, estatutos y reglamentos. Y establecida así por importancia no son más que mandamientos que nos demanda obedecerlas y cumplirlas.

Desde luego, estos mandamientos no es un saber exclusivo de la Biblia, además, no es una simple razón de importancia que consiste en hacer algo bueno por nuestro semejante, o una mera expresión de moralidad frente a una determinada situación, ya que encontramos en ella, la Biblia, que conlleva un contenido más profundo cuando las acciones se llevan a cabo, que es alcanzar el desarrollo interior, nuestra esencia espiritual, que hace falta para alcanzar el reino de los cielos y conseguir la vida eterna.

Esto es, tomando como ejemplo a la Doctrina Cristiana, de cómo se sostiene una creencia. Y también una forma de identificar los principios evidentes asentados en las Doctrinas, y que esperan y exigen de los hombres ser conquistadas, aseguradas y fortalecidas; además, que lo obligue a diferenciarlo de su simple condición natural, ordinaria o mediocre, y para un cambio real de orientación hacia su esencia: un encuentro con su origen y naturaleza, y así alcanzar su definición como persona humana.


El significado de las partes en el hombre espiritual:

1. La Justicia es la acción enérgica que desafía al hombre a vivir al máximo de sus capacidades por una causa justa. Es la absoluta e incondicional subordinación de los intereses de aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Es aquel que reconoce la necesidad de reprobar la injusticia y estar dispuesto a ponerse adelante sobre los que no tienen disculpas.

Un concepto cristiano explícito de justicia nos declara la Biblia: «¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo? ¿Y por qué no juzgáis por vosotros lo que justo?». (Lucas 12:56,57).

La misma exigencia doctrinal también se presenta en el sagrado Corán: «¡Y qué os pasa que no lucháis en el Camino de Dios y por la causa de los hombres, mujeres y niños oprimidos, que están siendo sometidos a la tortura y a la tiranía?». (4:75).

Definitivamente, el adherente a su Doctrina es buscador de justicia; es «muerte en licencia» (Lenin); es decir, muertos para sí mismos y vivos por la causa; con dedicación y lealtad a aquella única y realmente digna causa. Es el atributo del beneficio mayor para su semejante en un contexto de progreso general. «Nuestra misión es cambiar el mundo. Marx».

Está claro que la praxis fundamental del creyente verdadero obra en el acto de predicar y aplicar su Doctrina al servicio de la justicia social y humana.

2. La Misericordia es compartir en toda forma posible con nuestro semejante (los sufridos, los desgraciados...) Se usa para salvar, socorrer y corregir. Es el reverso del egoísmo.

La Misericordia no es una vaga benevolencia. ¡Cuánta verdad en tan pocas palabras de Halligan!: «la falsa caridad cristiana que ayuda a los pobres a ser inútiles». Una Misericordia verdadera presupone un deseo ardiente de relación unos con otros; que conduzca al desarrollo y enriquecimiento integral de las relaciones de las personas con los demás. La Misericordia viene de la auto-identificación con otras personas.

La Misericordia es sincera como un valor ético fundamental, no es un acto de exhibición, de parcialidad o hipocresía. Nunca alcanzaría su condición de tal si es por interés, por política, por poder, o por ambiciones personales. Por ser esencialmente social es altruista, activa y personalizado.

3. La Fe se conoce a través del sentido interior y no se da en el mundo visible.  No es el simple acto de creer sino una relación íntima con lo que se cree. Es una entrega personal con el sacrificio y sufrimiento por lo que se cree. La Fe se une al hombre para hacerlo tan fuerte e imperturbable. Para heredar caracteres más fuertes, más profundos y más interesantes.


Conclusión

Hemos usado a las Sagradas Escrituras como referencia para dar a conocer que en ella se sientan ciertos principios, y que se orientan y se proyecta de manera general y universal y que puede influir de manera significativa en el Hombre y en su Cultura como condición hacia una estructura ideal.

Desde luego, las Doctrinas no sólo se involucra con el ser psico-espiritual del hombre, sino también se extiende a todo aquello que gire alrededor de él, como es la nación, estado, gobierno, pueblo, comunidad, ideales de cultura, etc. Y su presencia en lo universal es una voluntad y aspiración de acciones y reacciones sin limitaciones en su espacio y tiempo histórico. «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». (La Biblia, Mateo 16:15).

Una causalidad ética de esta Estructura Ideal fija en el Hombre una obligación de conciencia y obrar en cumplimiento de un deber doctrinal como creyente, lo cual no debe apartarse de lo justo en todos los campos de su actividad, bien sea política, social, económica, etc. Una causalidad ética doctrinal es seguida del ejemplo de profetas y mártires -aborrecidos, burlados y perseguidos- «¡OH! Profeta, combate a los infieles y a los hipócritas, y sé duro con ellos. Su morada es el Infierno...». (El Corán 9:73).

Por consiguiente, esta Estructura Ideal aparece como un elemento de juicio juzgada y calificada como buena, conveniente, correcta y justa y, en consecuencia, su omisión y restricción que se oponga o desnaturalice a esta coexistencia estructural, sería contraria a todo basamento doctrinal y a toda lógica y de la ética.


Así pues, teniendo en cuenta esta interpretación estamos frente a un nuevo modelo de Estructura del Hombre Espiritual y que nos lleva a preguntarnos si el Hombre está dispuesto a aceptarlo.

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